PRUDENCIA

             Ella evitando ser prudente.

              ¿Sabes qué? Que odio esa palabra que solo pronuncian los mayores hipócritas que he tenido el placer de conocer, aquellos que jamás la han visto ni de cerca la usan, la violan y la corrompen para tapar sus mentiras, la prudencia es la alfombra de los que esconden la basura debajo y los esqueletos en sus armarios, los que con una vida llena de costurones y remiendos justifican la cobardía para afrontar sus propias mentiras y malas decisiones para tapar hecatombes y declives. 

              Yo no soy prudente, es más, evito tanto la prudencia vomitando verdades (ahora más que nunca), que prefiero que no te pongas a tiro porque te puedo volar tu “bonita” prudencia, y te advierto que no erraré el tiro. Solo aquel que ha visto el final cerca, aquel o en ese caso aquella que ha perdido ya toda esperanza, es capaz de despreciar e insultar a la orda de incapaces sentimentales que usan la prudencia como el pretexto de una vida cargada de charcos de lodo que salpican a quien se acerque lo suficiente y muchas veces creedme que tengo la tentativa de preguntarles: ¿Realmente esa prudencia ha evitado cometieses errores o por el contrarío te han hundido en otros fangos más amargos? 

            Un consejo a mis queridos amigos los “prudentes” 

No quiero ser como vosotros, en el fondo me dais lástima. Nunca entraré en vuestro exclusivo club de hipocritillas, las ratas asustadas con las que con el miedo por bandera son capaces del daño más absoluto y de desencadenar los acontecimientos más desastrosos a vuestro alrededor. Prefiero desnudar mi alma y mi cuerpo entregarme a mis sentimientos y afrontarlos abriéndome en valentía, sabiendo que puedo morir en el intento pero me habré inmolado sintiendo la honra de decir y hacer lo que me dicta mi honradez y mi corazón. 

“Ni perder da tanta vergüenza, ni se gana siendo prudente”. 

V.G.S.